Lado A
Me respondió, bastante ansioso y divertido, así que nos pusimos a hablar hasta que dio el tema.
2 am, me llega un mensaje suyo para venir a casa. Sin dudarlo ni pensar demasiado le dije que si, total ¿qué podía pasar? Nos vimos varias veces, nuestros encuentros siempre fueron muy divertidos, estábamos los dos bastantes “picados” así que ya fue.
Vino. Afuera llovía torrencialmente, así que apareció todo mojado. Un poco sueltos por el alcohol que cada uno había tomado, nos empezamos a reír así que lo único que llegué a ofrecerle fue un vaso enorme de agua para intentar limpiar el cuerpo.
Hablamos, una banda, como acostumbrabamos a hacer cada vez que nos veíamos. Pasamos por temas diversos hasta que me puse en “modo las cosas claras” y empecé a filosofar sobre lo que estaba pasando. ¿Por qué esa necesidad de querer tener todo claro? No lo sé, aún sigo trabajando en ello.
Le dije lo que me pasaba mientras me abrazaba y subía mis pies sobre sus piernas. Me sentía bien, tranquila, amé ese instante en donde lo único que oía era su corazón acelerado. Interrumpí el momento con un “¿a vos qué te pasa?” ¿Por qué? me pregunté tiempo después, ¿por qué esa necesidad de querer tener todo claro? otra vez.
¿Me das un beso? Le dije, y riéndose me respondió que estaba loca. Dude. Mil veces dude, pero piloteandola le dije “ah bueno listo, me voy a dormir”.
Me siguió hasta la cama y empezó a sacarse la ropa con mil excusas. “Yo no lo puedo creer”, le dije. Estaba nerviosa y un tanto confundida. Mi corazón estaba agitado y lo único que me salió fue meterme en la cama y darle la espalda.
Lo miré, me miró, nos besamos. Y el resto quedará guardado en lo más profundo de mi memoria como un recuerdo de fácil acceso. Sólo puedo decirte que fue una noche hermosa donde reímos, vibramos juntos y nos sentimos el uno al otro. Los dos queríamos estar ahí, ambos habíamos esperado por esto.
Sentí que se había despertado pero yo no tenía ni fuerzas para abrir los ojos hasta que lo logré. Abrí un ojo y ahí estaba, sonriéndome. Lo abracé, me tapó y me besó.
Se fue, aunque le insistí para que se quedara durmiendo. Pero antes, me volvió a besar en cada rincón que pudo hasta llegar a la puerta.
Los días siguientes le escribí con entusiasmo, pero algo había cambiado. Ya no había risas, fotos o mensajes constantes sino que cada palabra se cortaba por si sóla antes de que alcanzara sentido dentro de la oración.
Mi ansiedad crecía por dentro, los pensamientos iban y venían como si se tratara de una autopista sin límite de velocidad, el repaso de cada momento se hacía cada vez más constante y confuso tratando de buscar alguna explicación a ese témpano de hielo. Y aunque los intentos por hablar del tema y entender de primera mano lo que estaba pasando, fueron casi en vano, no me rendí llegando a ese punto en donde necesitaba sacar todo de mi cabeza y le escribí buscando una respuesta que, hasta hoy, no me conforma porque en algún lugar de mi corazón sigo sintiendo que algo se movió en él, sólo que aún sigue tratando de convencerse de que no.
El tiempo es sabio y termina acomodando cada cosa en su lugar, pero a veces soy lo suficientemente ansiosa como para no darle margen de acción. Y en esas ganas locas de querer que todo esté acomodado, termino haciéndome pelota con tan solo pensar."
Comentarios
Publicar un comentario