Miralos a ellos dos.

 

“Mañana nos toca ir a comprar”, dijo ella con total naturalidad. Estaba despierta desde las 5 de la mañana porque no podía dormir más.

Él, sin embargo, acababa de abrir sus ojos después de una noche en vela sin explicación alguna.

Ella preparó el café con leche y las tostadas, y colocó todo frente a su lugar irremplazable junto a las pastillas matutinas.

“Anto no llegó todavía”, le dijo, afirmación que él retrucó con un simple “ponete los audífonos, Elena. Ya está acá”.

Saludaron a su nieta, le dieron la llave y se sentaron serenamente a disfrutar del habitual desayuno que indicaba su comienzo de día.

En un mundo ciclotímico en donde ellos viven sus días marcados por la rutina cuya percepción a simple vista parece ser carente de cambio, afinando el ojo y conviviendo un poco más en su entorno, me hizo dar cuenta de que ciertas miradas, gestos, caricias y acciones inesperadas siguen construyendo el amor que, calmo o turbulento, se tienen desde hace 66 años .

“…Y si vos me preguntas hoy qué carajo es el amor, yo te contesto: MIRALOS A ELLOS DOS”.

Los amo coworkers.

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