Nuevo comienzo

 

El primer día del último mes. Cómo me gusta decirlo. Mi cumpleaños.

A pesar de sentir que mi vida (como la de todos, creo) se puso en pausa, hoy elijo agradecerle a este 2020 por darme la posibilidad de poner ‘freno de mano’, mirar a mi alrededor y aprender a disfrutar de las pequeñas cosas y momentos que me rodearon.

Como todos, tenía planes, ideas y proyectos que se vieron transformados por la cruel pandemia que, a pesar de tener todo en su contra, me permitió explotar al máximo quién soy, lo que quiero y cómo lo quiero. Me ayudó a valerme aún más por mi misma, a conocer mis límites, a tolerar los momentos en soledad sin que me afecten, a decir lo que siento sin miedo al rechazo, a darle un verdadero valor al encuentro con los demás y que este no se vea opacado por el acelere diario. A agradecer a los que me rodean cada día y su preocupación, a entender quiénes valen y quiénes no, a fortalecerme como mujer, a entender porqué hoy me encuentro así. A devolver una sonrisa a través de la mirada, a dar oportunidades, a ser paciente y luchar por aquello que sin duda quiero, a disfrutar.

Solo el mundo sabe el porqué las cosas son como son y cuando entendemos eso, podemos sentirnos libres y disfrutar de aquello que nos regala.

Y en esa “oportunidad” que me dio la cuarentena, encontré un nuevo comienzo: ceros y unos traducidos en letras, que en su conjunto forman palabras, creando oraciones con algún sentido conocido y que, a su vez, se transforman en un texto lleno de contenido acerca de un punto determinado. Me di cuenta de que explorar libremente el laberinto de la escritura basada en mis propios sentimientos me permite destrabar el interminable embotellamiento de pensamientos y emociones que se encuentran en las autopistas neuronales de mi cerebro y que, quizá (ojalá) ayuden a alguien a cuestionarse, a escribir también y sentir esa suave tranquilidad que gobierna mi mente cuando dejo que fluyan.

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