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Proceso

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  Está pasando el tiempo y recién ahora empiezo a procesarlo. Los días siguientes a los que te fuiste me convencí que todo esto es parte de la vida y que en algún momento lo ibamos a pasar. Y aunque mi cabeza fue preparndome lentamente nada supera el golpe del momento vivido. Los dias siguientes sequé mis lágrimas, terminé con las "burocracias" de todo lo que conlleva esta situación y decidí cambiar el chip, me puse en piloto automático y seguí para adelante cargándome al hombro el sosten de personas que son más sensibles o que quizá procesan la muerte de una manera diferente a la mia. ¿Pero sabes qué? todo es una mentirita que me digo a mi misma queriendo continuar en el afán de superar algo a lo cual, aún no me acostumbro.  Tu partida no fue así nomás, me dejó un caos emocional, el cual, recién hoy está intentando salir gracias a "la luna, los planetas retrogradando juntos, el cosmos, incentivos externos, la diaria, o lo que sea" que demustran aún más que el proce...

Lado A

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  "...le mandé un mensaje para contarle lo que estaba pasando. No lo pensé, la verdad pero dije “ya fue, le mandó” total veníamos hablando seguido y me parecía un tema divertido para retomar en nuestra cena de sábado. Me respondió, bastante ansioso y divertido, así que nos pusimos a hablar hasta que dio el tema. 2 am, me llega un mensaje suyo para venir a casa. Sin dudarlo ni pensar demasiado le dije que si, total ¿qué podía pasar? Nos vimos varias veces, nuestros encuentros siempre fueron muy divertidos, estábamos los dos bastantes “picados” así que ya fue. Vino. Afuera llovía torrencialmente, así que apareció todo mojado. Un poco sueltos por el alcohol que cada uno había tomado, nos empezamos a reír así que lo único que llegué a ofrecerle fue un vaso enorme de agua para intentar limpiar el cuerpo. Hablamos, una banda, como acostumbrabamos a hacer cada vez que nos veíamos. Pasamos por temas diversos hasta que me puse en “modo las cosas claras” y empecé a filosofar sobre lo que es...

Pequeño momento

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  Mientras los primeros acordes de violines de   Midnite   String   Quartet   ( https://www.youtube.com/channel/UCbSPNYm0jqORiSaQr8jMO9Qcomenzaron ) comenzaban lentamente a interpretar la bella versión de “ Strangers   like   me” de   Phill   Collins ( https://www.youtube.com/watch?v=P0qITn6kl1Y ) que armonizaba con el fuerte viento que soplaba con gran ímpetu en el parque de su casa, ella se había quedado tildada apreciando tal pequeña flor, que iluminada por el intenso rayo de sol que atravesaba las negras nubes que avecinaban la tormenta tan ansiada, no hacía más que resaltar su color. ¿Acaso podría dejar atrás sus responsabilidades y simplemente dejar volar su imaginación que no conoce de miedos ni límites, hacia donde la música la llevara? Sería capaz de dejar atrás cualquier pensamiento ansioso que la atormentaba por aquellos días otoñales de Marzo y tan sólo apreciar tal evento natural que se le presentaba? Era capaz de darse cuenta de...

¿Qué se siente?

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08:00 hs, me siento rara. Estoy cansada, pero no lo suficiente como para volverme a acostarte. “Seguro que es estrés por la cantidad de calls que tuve ayer”, lo subestimé. Me preparo un té bien calentito, de esos con miel, limón y menta, y estoy lista para arrancar. 17:00 hs. Llueve. Quiero llegar a casa. Finalmente estoy sentada en El uber, pero me estoy mareando y ahogando a la vez. No puedo más, estoy muy cansada.  17:45hs, 38ºC marca el termómetro. “Seguro es estrés”, vuelvo a negar, “pero por las dudas le aviso a mamá”. Los días siguientes la fiebre no me dió tregua. El termómetro siguió clavado en 38, 38.5 y 38 otra vez, cediendo sólo ante el efecto del paracetamol que servía como placebo para aliviar el dolor intenso del cuerpo durante algunas horas. “Uh! Los abuelos. Tengo que avisarle a Maru. ¿A quién más vi?.” comencé a pensar. Me angustiaba el hecho de saber que existía la posibilidad de haberme contagiado covid. “Pero ¿cómo? cuándo? dónde?...para qué pensar, ya ...

Miralos a ellos dos.

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  “Mañana nos toca ir a comprar”, dijo ella con total naturalidad. Estaba despierta desde las 5 de la mañana porque no podía dormir más. Él, sin embargo, acababa de abrir sus ojos después de una noche en vela sin explicación alguna. Ella preparó el café con leche y las tostadas, y colocó todo frente a su lugar irremplazable junto a las pastillas matutinas. “Anto no llegó todavía”, le dijo, afirmación que él retrucó con un simple “ponete los audífonos, Elena. Ya está acá”. Saludaron a su ni e ta, le dieron la llave y se sentaron serenamente a disfrutar del habitual desayuno que indicaba su comienzo de día. En un mundo ciclotímico en donde ellos viven sus días marcados por la rutina cuya percepción a simple vista parece ser carente de cambio, afinando el ojo y conviviendo un poco más en su entorno, me hizo dar cuenta de que ciertas miradas, gestos, caricias y acciones inesperadas siguen construyendo el amor que, calmo o turbulento, se tienen desde hace 66 años . “…Y si vos me pregunt...

Escrito para vos.

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  Hoy te escribo a vos. A vos que cada mañana escuchás la alarma del despertador y amanecés conmigo. A vos que me esperás tras la puerta del baño y recorrés cada rincón de los 43 metros cuadrados sin despegarte de mí. A vos que me acompañás al supermercado, a la farmacia, al kiosco e incluso a caminar bajo los rayos ardientes del sol de verano o las frías tardes oscuras de invierno, cuando necesito desconectar. A vos que te subís a mi bicicleta sin preguntar, que compartís mi comida, que leés mis libros. A vos q u e te alegrás con cada salida al bar y brotás como flor en primavera, demostrándole a los demás lo dispuesta y autosuficiente que sos. A vos que en mis 25 tendiste la mano para levantarme luego de una batalla perdida y fuiste capaz de mostrarme un mundo nuevo convencida de que no todo estaba perdido. A vos que me prestás tu hombro para derramar las extensas lágrimas que salen con cada angustia, frustración o decepción. A vos que me animaste a romper las barreras de la razó...

"Uf, ¡qué difícil!"

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  Y con esa frase desvió su mirada hacia el frente porque no podía permitirse derramar frente a ella aquellas lágrimas que se acumulaban en sus ojitos marrones. “No es fácil hablarte de eso”, mientras apretaba el almohadón que abrazaba desde el instante en que llegó. “¿Por dónde empiezo?”, continuó. Estaba claro que quería abrir su corazón y contarle ese pesar que no le daba respiro y mataba lentamente. Pero algo lo frenaba, una angustia que lo llevaba a hacer pausas largas y que lo hacían incapaz de verbalizar una oración completa. “Está bie n , no tenemos que hablar de eso si no querés, pero sabes que acá estoy, siempre” le respondió ella. Esta frase desencadenó su monólogo en donde la angustia, la frustración, la inseguridad y el optimismo se disputaban el primer lugar, en un vaivén interminable de expresiones incapaces de ser refutadas por la hermosa persona que acariciaba su mano, mientras mantenía su vista firme. Por primera vez en mucho tiempo él se sintió vulnerable. Sabía ...