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Mostrando entradas de mayo, 2021

¿Qué se siente?

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08:00 hs, me siento rara. Estoy cansada, pero no lo suficiente como para volverme a acostarte. “Seguro que es estrés por la cantidad de calls que tuve ayer”, lo subestimé. Me preparo un té bien calentito, de esos con miel, limón y menta, y estoy lista para arrancar. 17:00 hs. Llueve. Quiero llegar a casa. Finalmente estoy sentada en El uber, pero me estoy mareando y ahogando a la vez. No puedo más, estoy muy cansada.  17:45hs, 38ºC marca el termómetro. “Seguro es estrés”, vuelvo a negar, “pero por las dudas le aviso a mamá”. Los días siguientes la fiebre no me dió tregua. El termómetro siguió clavado en 38, 38.5 y 38 otra vez, cediendo sólo ante el efecto del paracetamol que servía como placebo para aliviar el dolor intenso del cuerpo durante algunas horas. “Uh! Los abuelos. Tengo que avisarle a Maru. ¿A quién más vi?.” comencé a pensar. Me angustiaba el hecho de saber que existía la posibilidad de haberme contagiado covid. “Pero ¿cómo? cuándo? dónde?...para qué pensar, ya ...

Miralos a ellos dos.

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  “Mañana nos toca ir a comprar”, dijo ella con total naturalidad. Estaba despierta desde las 5 de la mañana porque no podía dormir más. Él, sin embargo, acababa de abrir sus ojos después de una noche en vela sin explicación alguna. Ella preparó el café con leche y las tostadas, y colocó todo frente a su lugar irremplazable junto a las pastillas matutinas. “Anto no llegó todavía”, le dijo, afirmación que él retrucó con un simple “ponete los audífonos, Elena. Ya está acá”. Saludaron a su ni e ta, le dieron la llave y se sentaron serenamente a disfrutar del habitual desayuno que indicaba su comienzo de día. En un mundo ciclotímico en donde ellos viven sus días marcados por la rutina cuya percepción a simple vista parece ser carente de cambio, afinando el ojo y conviviendo un poco más en su entorno, me hizo dar cuenta de que ciertas miradas, gestos, caricias y acciones inesperadas siguen construyendo el amor que, calmo o turbulento, se tienen desde hace 66 años . “…Y si vos me pregunt...

Escrito para vos.

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  Hoy te escribo a vos. A vos que cada mañana escuchás la alarma del despertador y amanecés conmigo. A vos que me esperás tras la puerta del baño y recorrés cada rincón de los 43 metros cuadrados sin despegarte de mí. A vos que me acompañás al supermercado, a la farmacia, al kiosco e incluso a caminar bajo los rayos ardientes del sol de verano o las frías tardes oscuras de invierno, cuando necesito desconectar. A vos que te subís a mi bicicleta sin preguntar, que compartís mi comida, que leés mis libros. A vos q u e te alegrás con cada salida al bar y brotás como flor en primavera, demostrándole a los demás lo dispuesta y autosuficiente que sos. A vos que en mis 25 tendiste la mano para levantarme luego de una batalla perdida y fuiste capaz de mostrarme un mundo nuevo convencida de que no todo estaba perdido. A vos que me prestás tu hombro para derramar las extensas lágrimas que salen con cada angustia, frustración o decepción. A vos que me animaste a romper las barreras de la razó...

"Uf, ¡qué difícil!"

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  Y con esa frase desvió su mirada hacia el frente porque no podía permitirse derramar frente a ella aquellas lágrimas que se acumulaban en sus ojitos marrones. “No es fácil hablarte de eso”, mientras apretaba el almohadón que abrazaba desde el instante en que llegó. “¿Por dónde empiezo?”, continuó. Estaba claro que quería abrir su corazón y contarle ese pesar que no le daba respiro y mataba lentamente. Pero algo lo frenaba, una angustia que lo llevaba a hacer pausas largas y que lo hacían incapaz de verbalizar una oración completa. “Está bie n , no tenemos que hablar de eso si no querés, pero sabes que acá estoy, siempre” le respondió ella. Esta frase desencadenó su monólogo en donde la angustia, la frustración, la inseguridad y el optimismo se disputaban el primer lugar, en un vaivén interminable de expresiones incapaces de ser refutadas por la hermosa persona que acariciaba su mano, mientras mantenía su vista firme. Por primera vez en mucho tiempo él se sintió vulnerable. Sabía ...

Modo avión.

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  Hoy me levanté con un golpe de optimismo, una extraña sensación que hace mucho creía perdida. Amanecí solita gracias al famoso “despertador biológico” que últimamente indica que mi hora de descanso finaliza entre las 7 y 8 de la mañana (#VejezComingSoon), lo cual, a pesar de considerar que podría extenderse un poco más, agradezco porque me permite disfrutar más el día. Día laboral, pero día al fin. Lo extraño fue que me desperté de l  otro lado de la cama, aquél lugar que para alguien que duerme sola hace años es considerado Alaska, Siberia o, si querés más cerca, el Perito Moreno, pero me di cuenta de que no estaba tan mal. ¿Será que el haber sido cuchareada por la almohada me había dado una mejor experiencia en dicho lugar? En fin, me destapé y arranqué. Mientras repetía mi rutina de yoga matutina, comencé a pensar en todo aquello que me afligía en los últimos días y, sin tener una explicación concreta de cómo sucedió, empecé a mirarlo desde un punto de vista alentador. El...

Nuevo comienzo

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  El primer día del último mes. Cómo me gusta decirlo.  Mi cumpleaños. A pesar de sentir que mi vida (como la de todos, creo) se puso en pausa, hoy elijo agradecerle a este 2020 por darme la posibilidad de poner ‘freno de mano’, mirar a mi alrededor y aprender a disfrutar de las pequeñas cosas y momentos que me rodearon. Como todos, tenía planes, ideas y proyec t os que se vieron transformados por la cruel pandemia que, a pesar de tener todo en su contra, me permitió explotar al máximo quién soy, lo que quiero y cómo lo quiero. Me ayudó a valerme aún más por mi misma, a conocer mis límites, a tolerar los momentos en soledad sin que me afecten, a decir lo que siento sin miedo al rechazo, a darle un verdadero valor al encuentro con los demás y que este no se vea opacado por el acelere diario. A agradecer a los que me rodean cada día y su preocupación, a entender quiénes valen y quiénes no, a fortalecerme como mujer, a entender porqué hoy me encuentro así. A devolver una sonrisa ...

Una presentación poco usual.

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  Al momento de elegir qué libro leer ¿por dónde empezas? Hay quienes inician por conocer un poco más sobre la historia, así de simple. Otros sólo compran libros porque alguien les dijo “che, este libro está bueno. Te va a gustar”, entonces ahí están: pagando por algo de lo que aún no tienen idea. Quizá sólo lo lean porque se lo regalaron o mejor aún, se lo ganaron en estos famosos concursos de Instagram en donde cayeron por el simple hecho de querer ganar algo, porque claro “nunca gano nada” ¿no?. Otras per s onas como yo empiezan por conocer un poco más sobre el autor o autora, profundizando con Google aquella simple información que cuenta la escueta retiración de tapa. Y como buena curiosa, me gustaría dejar como primer texto, una autoficción(*) que cuenta un poco más sobre quién les escribe, para no sientan que leen a una desconocida. Entonces: 01 de diciembre de 1988. No entiendo nada y lo único que quiero es llorar. No sé desobedecer, aunque quiera. Me molestan mis hermanos. ...